Accede a vídeos, infografías, artículos, ensayos, informes y a multitud de datos relacionados con la geopolítica, la economía, la energía y los recursos naturales
Siria en el centro del tablero geopolítico regional y global
Análisis de la situación geopolítica, económica y militar de Siria
ARTÍCULOSIRIAORIENTE MEDIOGEOPOLÍTICAECONOMÍA
José Manuel Cueto González
1/2/202520 min read


Siria suscita un interés desmesurado por su control político y militar entre las potencias de la región. El país goza de una situación estratégica privilegiada en Oriente Medio; cuenta con fronteras con Israel, Jordania, Líbano, Turquía e Irak, además de poseer una salida directa al Mar Mediterráneo. Su posición geográfica le hace ser un actor clave no solo en al región, sino a nivel global, ya que ejerce un papel importante como cruce de caminos entre tres continentes: Europa, Asia y África.


Localización de Siria en el mundo
Después de la Primera Guerra Mundial el Imperio Otomano colapsó, lo que llevó al establecimiento de la moderna República de Turquía en 1923 y a la creación de nuevos estados en Oriente Medio. Desde la desintegración del Imperio Otomano, los países de Oriente Medio llevan inmersos en una constante disputa tanto por el control de sus fronteras y recursos naturales como por la hegemonía religiosa. Estos países, además de fraguar diferentes alianzas entre ellos, cuentan con la implicación de potencias extranjeras con intereses en la zona como Rusia o Estados Unidos, lo que hace que la complejidad geopolítica sea cada vez mayor y, por ende, la dificultad para encontrar una paz duradera en la zona que la dote de cierta estabilidad.
En estos momentos, en la región están activos varios conflictos, por un lado, Israel lleva inmerso en un conflicto militar indirecto con Irán a través de sus milicias proxies: Hamas en Palestina, Hezbolá en Líbano y los hutíes en Yemen; por otro lado, Siria, que llevaba inmerso en una guerra civil desde el 15 de marzo de 2011, cuando una masiva manifestación sacudió Damasco, la capital de Siria, se encuentra en estos momentos con un gobierno interino y con el derrocado dictador, Bashar al Assad, exiliado en Moscú.
El vacío de poder dejado por el régimen de Bashar Al Asad ha hecho que, aunque los rebeldes de la oposición se hicieran con el poder en tan solo 11 días y hayan conseguido dar un vuelco a la guerra civil siria que llevaba 13 años activa, las dudas sobre otra posible guerra civil, al estilo de Libia, por hacerse el control del país están en estos momentos en la mente tanto de los ciudadanos sirios como del resto del mundo.
Geografía y Sociedad
Siria está situada en el corazón de Oriente Medio, cuenta con una población de 23,8 millones de habitantes, de los que 4,5 millones viven en la capital, Damasco. Otras ciudades importantes son: Alepo (4,7 millones de habitantes), Homs (1,7 millones), Hasaka (1,4 millones), Idlib (1,5 millones), Latakia (850.000 habitantes) y Tartus (460.000 habitantes). La mayoría de la población se concentra en el oeste del país, entre Damasco, Alepo y la costa (13 millones). El país poseé una superficie de 185.180 km2, de la que destacan dos zonas: la zona costera, al oeste, que limita con el Mar Mediterráneo de unos 170 km de longitud y una zona desértica en el interior (80 % de la superficie del país) con escasa vegetación y surcada por el río Éufrates.
El país limita al norte con Turquía, al este con Irak, al sur con Jordania y al oeste con el Líbano, Israel y el Mar Mediterráneo. Asimismo, Siria cuenta con varias cadenas montañosas: en el norte, el suroeste y el oeste donde se encuentra la cordillera del Anti Líbano con el Monte Hermón, que alcanza los 2.800 m.
El idioma oficial de Siria es el árabe. El país cuenta con distintas confesiones religiosas, siendo el Islam Suní la confesión más profesada (74 %), seguido por el Islam Chií (incluyendo comunidades alauitas e ismaelitas, con un 13 %), y a continuación cristianos (10 %) y drusos (3 %). La moneda oficial es la libra siria (SYP). Una libra siria cambia por 0,00007 € (2/1/2025). Según ACNUR, desde el comienzo de la guerra civil el país cuenta con más de 13 millones de desplazados, de los que 7,2 millones serían desplazados dentro del país y unos 5 millones aproximadamente serían refugiados en países vecinos, como Turquía, donde vive el mayor número de refugiados sirios registrados del mundo (3,6 millones), Líbano, Jordania, Irak y Egipto.


Geografía de Siria
Historia
Siria es la cuna de algunas de las civilizaciones más antiguas del mundo. Situada en el corazón de Oriente Medio, ha sido un cruce de caminos estratégico desde la antigüedad. Hogar de civilizaciones como los asirios, babilonios y persas, su territorio formó parte de los imperios romano y bizantino antes de ser conquistado por los árabes en el siglo VII, convirtiéndose en un bastión del islam. En el siglo XX, tras la caída del Imperio Otomano, Siria quedó bajo el control francés como parte del mandato de la Sociedad de Naciones. Alcanzó su independencia en 1945, aunque las tropas francesas no se retirarían del todo hasta abril de 1946. El país vivió décadas de inestabilidad política marcada por golpes de estado, tensiones sectarias y enfrentamientos con Israel (Guerra de los Seis Días —1967—, en los que Siria perdió los Altos del Golán. Y la Guerra del Yom Kippur —1973—).
En 1970, Hafez al Assad, tomó el poder instaurando un régimen autoritario que consolidó el control del partido Baaz y preparó el camino para su sucesión por su hijo, Bashar al Assad, en el año 2000. Sin embargo, las esperanzas de estabilidad de su hijo Bashar al Assad se vieron truncadas en 2011, cuando las protestas de la «Primavera Árabe» alcanzaron al país. Lo que comenzó como manifestaciones pacíficas contra el régimen de Bashar al Assad, en demanda de reformas democráticas, se transformó rápidamente en una sangrienta guerra civil. Las tensiones sectarias entre la mayoría suní y las élites alauitas (islam Chií) en el poder, junto con la represión brutal de las protestas, avivaron el conflicto.
La guerra civil siria se convirtió pronto en un campo de batalla internacional. Grupos insurgentes, milicias kurdas y el autoproclamado Estado Islámico disputaron el control del territorio, mientras potencias globales como Estados Unidos y Rusia, junto a actores regionales como Irán y Turquía, intervinieron militar y políticamente para salvaguardar sus propios intereses. Entre tanto, la población civil sufrió desplazamientos masivos, bombardeos indiscriminados y una devastación económica sin precedentes, dejando un saldo de cientos de miles de muertos y millones de refugiados. Según la ONU, 306.887 civiles fueron asesinados entre el 1 de marzo de 2011 y el 31 de marzo de 2021 en Siria.
En 2015, la intervención militar de Rusia marcó un punto de inflexión en la guerra civil siria y aseguró la supervivencia del régimen de Bashar al Assad. Ante el avance de los grupos rebeldes y la amenaza del Estado Islámico, Moscú desplegó su fuerza aérea y diversos recursos militares para apoyar al gobierno sirio. Los bombardeos rusos, dirigidos tanto contra insurgentes como contra objetivos civiles, permitieron a las fuerzas de Bashar al Assad recuperar territorios clave, consolidar su control y debilitar significativamente a la oposición. Este respaldo no solo aseguró la permanencia de Bashar al Assad en el poder, sino que también reafirmó la influencia de Rusia en Oriente Medio, proyectándola como un actor imprescindible en la región.
En un giro inesperado de los acontecimientos, Bashar al Assad fue derrocado tras un levantamiento masivo que, en apenas 11 días (del 27 de noviembre al 8 de diciembre de 2024), logró colapsar los pilares de su régimen. Este movimiento, liderado por una coalición diversa de grupos rebeldes y sectores descontentos de la sociedad sorprendió tanto a los analistas internacionales como a las potencias regionales. Al frente de la coalición de milicias rebeldes se encuentra el grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) liderado por Al Jolani y apoyado por Turquia. Sin embargo, el vacío de poder ha sumido a Siria en una profunda incertidumbre. Con el país fragmentado entre diversas facciones, la reconstrucción del estado parece lejana, y los actores externos, como Rusia, Irán, Turquía y Estados Unidos, maniobran para llenar el espacio dejado por el derrocado gobierno. La posibilidad de una transición pacífica parece complicada, y el futuro de Siria, ya devastada por más de una década de guerra, permanece plagado de incógnitas.
Recursos Naturales


Localización de los campos de petroleo y gas en Siria
Siria, aunque no es un gigante energético, posee importantes reservas de petróleo y gas que le otorgan un peso estratégico en la región. Sus principales campos de petróleo se localizan en las provincias de Hasaka y Deir ez-Zor, como se muestra en la diapositiva adjunta, mientras que los recursos de gas se concentran cerca de Homs. Antes del inicio del conflicto en 2011, Siria producía alrededor de 387.000 barriles de petróleo diarios y aproximadamente 8.500 millones de metros cúbicos de gas al año, lo que representaba una fuente clave de ingresos para el país. En 2016 el país poseía 2500 millones de barriles de reservas probadas, lo que lo situaba en el puesto 31 del mundo con el 0,2 % de las reservas totales. A día de hoy hay una gran incertidumbre sobre la producción de hidrocarburos, ya que ni el gobierno ni los rebeldes kurdos que controlan parte de la producción facilitaban los datos.
Durante la guerra civil, el control de estos recursos se convirtió en un punto de disputa entre el régimen, los grupos rebeldes y las fuerzas kurdas, apoyadas por potencias extranjeras. La importancia de estos yacimientos trasciende la economía siria, ya que quien controle estos recursos adquiere una ventaja estratégica en el tablero geopolítico, no solo para financiar operaciones militares, sino también para influir en el futuro de Siria y su reconstrucción.
Además de los hidrocarburos, el país cuenta con otros recursos naturales como minerales de cromo, hierro y manganeso, así como fosfatos, sal y yeso.
Economía
La economía de Siria, que antes del estallido de la guerra civil era una de las más diversificadas de Oriente Medio, ha sufrido un colapso casi total tras más de una década de conflicto. En su época de estabilidad, el país dependía de sectores clave como la agricultura, el comercio y la producción de petróleo para sustentar su crecimiento económico. Sin embargo, la destrucción de las infraestructuras, las sanciones internacionales y la fragmentación territorial han devastado su aparato productivo. Actualmente, Siria tiene niveles alarmantes de pobreza, un sistema financiero debilitado y una moneda severamente devaluada, reflejando el impacto de una crisis humanitaria (según ACNUR, más de 13 millones de desplazados, y de ellos, aproximadamente 5 millones refugiados en países vecinos) y económica sin precedentes. En los siguientes apartados, se analizarán los principales indicadores macroeconómicos para comprender la magnitud del deterioro económico que sufre el país y los desafíos que se presenta su recuperación para los futuros gobernantes.
Datos macroeconómicos


PIB y PIB per cápita (2011-2021)
El Producto Interno Bruto (PIB) de Siria ha sufrido un colapso dramático desde el inicio de la guerra civil en 2011. Según se observa en la gráfica, el PIB pasó de 48.521 millones de euros en 2011 a tan solo 7.593 millones de euros en 2021, una caída de más del 84%. Este desplome refleja la destrucción masiva de las infraestructuras, el éxodo masivo de población, la paralización de la actividad económica y el impacto de las sanciones internacionales. La recuperación económica, incluso en zonas bajo control gubernamental, segue siendo un desafío monumental debido a la falta de inversión, la corrupción y la continua inestabilidad política.
El PIB per cápita en Siria sigue la misma tendencia de declive que el PIB total, evidenciando el impacto directo del conflicto sobre la población. En 2011, el PIB per cápita era de 2838 euros, un nivel que reflejaba cierta estabilidad económica previa a la guerra. Sin embargo, en 2021, esta cifra se desplomó a 638 euros, una reducción superior al 77%. Este indicador no solo expone el empobrecimiento de la población siria, sino también las profundas desigualdades y la crisis humanitaria que afecta al país, agravada por la falta de servicios básicos y oportunidades económicas.


Tasa de inflación y de desempleo
La inflación en Siria ha alcanzado niveles alarmantes durante los últimos años, reflejando la devastación económica y la devaluación de la libra siria. Según la gráfica, la inflación superó el 150% en 2023, mostrando un ligero descenso en 2024, pero permaneciendo en niveles críticos. La depreciación de la libra siria frente al dólar, que ha perdido un del 99% de su valor desde 2011 (pasando de 47 libras sirias por dólar en 2011 a 12.500 libras por dólar en 2024), ha disparado el coste de bienes básicos, afectando gravemente el poder adquisitivo de la población. Este fenómeno, impulsado por el colapso productivo y las sanciones internacionales, no solo ha erosionado la economía doméstica, sino que también ha generado una crisis humanitaria en la que millones de sirios luchan por acceder a alimentos, combustible y medicinas.
El desempleo en Siria se mantiene en niveles elevados, como refleja la gráfica, donde las cifras oscilan entre el 10% y el 15% en la última década, con picos notables durante los momentos más intensos del conflicto. La destrucción de sectores clave, como el petróleo, el turismo y la agricultura, ha dejado a millones de personas sin trabajo, mientras que la falta de inversión y la continua inestabilidad política impiden la creación de empleo. Este panorama se agrava aún más por el desplazamiento masivo de población, con millones de sirios refugiados en el extranjero o internamente desplazados, lo que dificulta la recuperación de la fuerza laboral del país.


Balanza comercial y tipo de interés
La balanza comercial de Siria refleja las profundas dificultades económicas que atraviesa el país. Desde 2011, el déficit comercial ha sido constante, alcanzando su punto más crítico en 2012 con un saldo negativo de 7413 millones de euros. Si bien en los últimos años el déficit se ha reducido, llegando a -1693 millones de euros en 2023, esta mejora no responde a un fortalecimiento económico, sino a la disminución de importaciones debido a la contracción de la demanda interna y las sanciones internacionales. Además, las exportaciones han sido gravemente afectadas por la guerra, limitándose principalmente a sectores como el petróleo y los productos agrícolas en pequeña escala. La balanza comercial sigue siendo un indicador del aislamiento económico y las restricciones comerciales que enfrenta Siria.
El tipo de interés en Siria ha experimentado una leve reducción en los últimos años, pasando de un 11,2% en 2019 a un 8% en 2022. Estas cifras reflejan los esfuerzos del Banco Central por estimular la economía en un contexto de hiperinflación y crisis de liquidez. Sin embargo, esta política ha tenido un alcance limitado, ya que la inestabilidad política, el colapso de la confianza en el sistema financiero y la dolarización informal de la economía dificultan el acceso al crédito para la población y las empresas. El tipo de interés continúa siendo una herramienta insuficiente frente a las profundas distorsiones económicas que afectan al país.
Indicadores sociales


Coeficiente GINI e Índice de Desarrollo Humano (IDH)
El coeficiente GINI mide la desigualdad en la distribución de ingresos, y los datos de Siria reflejan una evolución significativa. Entre 1996 y 2009, el índice mostró un aumento gradual, alcanzando su punto más alto en 2009 con un valor de 40,4, lo que indica una creciente desigualdad en la economía siria durante ese periodo. Sin embargo, en 2022, el índice disminuyó drásticamente hasta 26,6. Esta caída no representa una mejora en la equidad, sino más bien una homogenización de la pobreza causada por la guerra civil, que devastó las clases medias y altas y empobreció aún más a la población. Según ACNUR el 90 % de la población está por debajo del umbral de a pobreza.
El IDH, que considera la esperanza de vida, la educación y el ingreso per cápita, revela el impacto devastador del conflicto en Siria. En 2011, el IDH era 0,991, indicando un desarrollo humano relativamente elevado para la región. Sin embargo, con el inicio de la guerra, el índice cayó drásticamente a 0,650 en 2012 y ha mantenido valores bajos desde entonces, con 0,557 en 2022. Este declive está directamente relacionado con la guerra civil que vive el país y sus consecuencias: destrucción de infraestructuras, crisis educativa y sanitaria, y el colapso de la economía.
Estos indicadores reflejan cómo la economía siria, ya debilitada antes del conflicto, ha sido incapaz de sostener el desarrollo social. La desigualdad extrema y el retroceso en el desarrollo humano son consecuencias directas de la guerra y las sanciones internacionales, que han profundizado la crisis económica y social del país, dejando a gran parte de la población en una situación de extrema vulnerabilidad.
Capacidad militar


Gasto en defensa y potencia militar 2024
Las fuerzas militares de Siria ocupaban el octavo puesto a nivel de poder militar en Oriente Medio y el puesto 60 de los 145 que analiza el portal Global FirePower, con un índice PwrIndx de 1,0026. A pesar de llevar 13 años en un conflicto prolongado y enfrentarse a las sanciones internacionales, Siria mantenía un ejército considerablemente equipado. En 2024, el país contaba con 170.000 efectivos militares en activo, 50.000 reservistas y 50.000 paramilitares, lo que reflejaba su capacidad de movilización en situaciones de conflicto.
En cuanto a su equipamiento, Siria disponía de 2720 carros de combate, 14.550 vehículos blindados y 614 lanzacohetes, además de 2400 unidades de artillería, fundamentales para el apoyo en combates prolongados. En el ámbito aéreo, el país contaba con 452 aeronaves y 180 helicópteros, que complementaban su capacidad militar, aunque muchos de estos equipos eran obsoletos en comparación con las fuerzas de otras potencias regionales. Su flota naval, con 47 activos, otorgaba una presencia limitada en el Mediterráneo oriental. Sin embargo, el gasto en defensa mostraba las limitaciones económicas del país, con una caída significativa de 2020 millones de dólares en 2023 a 1440 millones en 2024, lo que evidenciaba los efectos de la crisis económica y las sanciones internacionales en la modernización y expansión de las capacidades militares sirias.
A pesar de estas cifras, el ejército sirio apenas pudo resistir 11 días tras el levantamiento de las fuerzas rebeldes, que culminó con el derrocamiento de Bashar al Assad. Entre los principales factores de esta rápida derrota se encontraban los bajos salarios tanto de la tropa como de los oficiales (una media de 25 dólares al mes); la fragmentación étnica y las deserciones, ya que el ejército estaba compuesto mayoritariamente por soldados suníes que se negaron combatir contra grupos rebeldes de su misma religión; la desmoralización y el desgaste de las tropas tras más de una década de conflicto interno, que había debilitado significativamente la cohesión y la lealtad dentro de las filas militares. Además, las sanciones internacionales y la crisis económica habían mermado la capacidad del régimen para mantener y modernizar su equipo militar, mientras que los rebeldes lograron aprovechar las fracturas internas y movilizar recursos estratégicos con el apoyo externo de potencias regionales como Turquía. Otro factor muy importante a tener en cuenta es la falta de apoyo de países aliados al régimen como Irán y Rusia, ambos inmersos en sendas guerras; Rusia con Ucrania e Irán con Israel a través de sus proxies: Hezbolá y Hamas. Estos países fueron imprescindibles, en anteriores ocasiones, para mantener a Bashar al Assad en el poder.
El colapso del régimen también estuvo marcado por una desconexión creciente entre el ejército y la población civil, lo que facilitó la erosión del control estatal en áreas clave del país. Así, el que alguna vez fue un aparato militar robusto, se mostró incapaz de resistir una ofensiva coordinada y respaldada por fuerzas externas, demostrando que la fortaleza militar por sí sola no basta para sostener un régimen en medio de una crisis multidimensional.
Conclusiones
La situación en Siria, tras el derrocamiento del régimen de Bashar al Asad, está marcada por una profunda incertidumbre. Esta deriva, en gran parte, marcada por la variedad de actores que actualmente pugnan por el control del territorio (imagen posterior), cada uno, en principio, con un mismo objetivo principal: el derrocamiento del dictador Bashar al Assad, pero, una vez conseguido este, con intereses políticos y militares muy particulares, lo que dificulta el establecimiento de una paz sostenible. La presencia de grupos como Hayat Tahrir al-Sham (HTS), el Frente Nacional para la Liberación (FNL), las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS), junto con las Fuerzas Armadas Sirias debilitadas —en huida hacia Irak con la posibilidad de reorganizarse— y otros actores como el Estado Islámico y el Ejército Nacional Sirio (ENS), configura un panorama fragmentado y complejo. A esta división se suma la diversidad étnica del país, donde kurdos, drusos, armenios, palestinos, griegos, asirios, turcomanos y otros grupos coexisten en un delicado equilibrio que amenaza con quebrarse ante las tensiones políticas y sociales.


Principales milicias que lucharon contra las Fuerzas Armadas Sirias de Bashar al Assad
Por si fuera poco, a la inestabilidad política se une la fragilidad económica de Siria que añade otra capa de complejidad a esta crisis. Los indicadores macroeconómicos revelan una economía devastada: un Producto Interior Bruto (PIB) en continua caida, un PIB per cápita que refleja una dramática pérdida de poder adquisitivo, tasas de inflación y desempleo descontroladas, y una balanza comercial profundamente deficitaria. Además, el Coeficiente GINI muestra un país con desigualdades crecientes, mientras que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) señala un retroceso alarmante en las condiciones de vida de la población (el 90 % en situación de pobreza). Así mismo, no podémoslos obviar que la pobre economía del país se estaba siustentando, en gran medida, gracias al tráfico de captagón (el país produce el 80 % mundial de esta sustancia prohibida). Todo esto complica cualquier intento de reconstrucción y plantea serias dudas sobre la capacidad del país para recuperar la estabilidad en el corto plazo.
Sin embargo, a pesar de este escenario caótico, Siria sigue siendo un punto de interés geopolítico clave tanto a nivel regional como global. La caída del régimen de Bashar al Asad tiene implicaciones profundas para las principales potencias mundiales y regionales, particularmente en lo relacionado con los proyectos energéticos que, o bien atraviesan Siria, o bien finalizan en su costa. Para Estados Unidos y sus aliados del Golfo Pérsico, la pérdida de control del régimen sirio supone un nuevo punto de esperanza en su estrategia de utilizar a Siria como territorio de tránsito para el gaseoducto Catar - Arabia Saudí - Jordania - Siria - Turquía y de allí a Europa (Siria había descartado este gaseoducto). Este proyecto busca transportar gas catarí y saudí hacia Europa, ofreciendo una alternativa viable al gas ruso y debilitando así la influencia de Moscú sobre el mercado energético europeo. Con un nuevo gobierno en Siria que pudiera alinearse con intereses occidentales y del Golfo, este plan podría encontrar nuevo impulso, complicando los esfuerzos de Rusia e Irán por mantener su hegemonía energética en la región.
En contraposición, el proyecto rival de Irán, que propone un gaseoducto desde sus vastos yacimientos hacia Europa, atravesando Irak y Siria hasta el Mediterráneo (con esta opción Irán se aseguraría una salida a Europa del gas iraní ante un posible conflicto en el Golfo Pérsico y colapso del Estrecho de Ormuz), se encuentra ahora en un limbo estratégico. Este proyecto, respaldado por Rusia, busca consolidar a Irán como un jugador clave en el suministro de energía hacia Europa, a la vez que garantiza a Moscú un papel central en el control de estas rutas energéticas. El derrocamiento de Bashar al Asad pone en peligro esta iniciativa, ya que el control político de Siria se vuelve incierto, y cualquier nuevo gobierno podría priorizar otros intereses. La situación es aún más compleja con la posible reactivación del oleoducto Irak-Siria (Kirkuk-Banias), paralizado desde la guerra de Irak en 2003. Este oleoducto no solo podría revitalizar las exportaciones de crudo de Irak, sino también reconfigurar las rutas de suministro de hidrocarburos, haciendo de Siria nuevamente un actor estratégico en el comercio energético global.


Proyectos energéticos que transcurren por Siria
Desde una perspectiva regional, el derrocamiento de Bashar al Asad también tiene importantes repercusiones para las potencias de la zona. Israel, por ejemplo, ve en este cambio de poder una oportunidad para debilitar aún más la influencia iraní en la región. Siria ha sido un corredor fundamental para el suministro de armas e intendencia de Irán a grupos como Hezbolá en Líbano y Hamás en Gaza, que Israel considera amenazas existenciales. Con un nuevo gobierno que pueda cortar estos lazos, Israel podría reforzar su seguridad estratégica y reducir la presión en sus fronteras. Sin embargo, la posibilidad de que Siria entre en un caos prolongado podría generar nuevas amenazas, como un incremento en la actividad de grupos radicales cerca de sus fronteras.
Turquía, por su parte, observa el colapso del régimen con una mezcla de precaución y expectativa. Por un lado, Ankara podría aprovechar el vacío de poder para consolidar su influencia en el norte de Siria, donde ya opera con el objetivo de contener a las milicias kurdas. Por otro lado, el caos prolongado podría desestabilizar aún más su frontera sur y aumentar la presión migratoria, algo que ya ha generado tensiones internas en Turquía. Ankara también podría buscar posicionarse como un intermediario clave en los proyectos energéticos que atraviesan Siria, aumentando así su peso geopolítico.
Para Irán, la pérdida de su aliado estratégico en Damasco supone un golpe crítico, casi mortal. Siria ha sido un pilar fundamental del eje de resistencia iraní (Hezbolá, Hamas y los hutíes), permitiéndole proyectar su influencia en la región y desafiar a sus grandes rivales: Israel y Arabia Saudí. El derrocamiento de Bashar al Asad amenaza con aislar a Irán y limitar su capacidad de operar en el Mediterráneo oriental. Además, cualquier nuevo gobierno sirio con inclinaciones pro occidentales o pro árabes podría cortar los lazos históricos entre Damasco y Teherán.
Finalmente, Rusia sufre un duro golpe en su estrategia de consolidar su presencia en Oriente Medio. Desde 2015, Moscú ha sido un firme aliado del régimen de Bashar al Asad, no solo para garantizar el acceso militar de Rusia al Mediterráneo con la base naval de Tartus y disponer de una base aérea en Jmeimim, cerca de la ciudad portuaria de Latakia, para mantener y repostar sus aviones procedentes de África, sino también para proteger sus intereses energéticos y geopolíticos. La pérdida del poder de Bashar al Asad pone en riesgo estas ambiciones y podría reducir significativamente la influencia rusa en la región. Además, un cambio político en Siria podría inclinar al país hacia los intereses occidentales, debilitando aún más la posición de Rusia frente a Estados Unidos.
En cuanto a Estados Unidos, el derrocamiento de Bashar al Asad puede ser visto como una oportunidad para avanzar en sus intereses estratégicos en la región. Un gobierno más afín a los valores occidentales podría facilitar el desarrollo del gaseoducto Catar - Arabia Saudí y disminuir la influencia rusa e iraní en Oriente Medio. Sin embargo, esto dependerá en gran medida de la capacidad de Washington para evitar que Siria caiga en un caos prolongado, algo que podría generar más desafíos de los que resuelve.
En conclusión, la situación post Bashar al Asad sitúa a Siria nuevamente como un tablero geopolítico donde las potencias globales y regionales se disputan el control. Los intereses energéticos, estratégicos y de seguridad convergen en un país que, a pesar de su devastación económica y social, sigue siendo imprescindible para determinar el equilibrio de poder en Oriente Medio y, en consecuencia, en el escenario global.