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El país de los cedros al borde del colapso económico

Análisis de la economía y potencia militar del Líbano ante un enfrentamiento directo con Israel

ARTÍCULOLÍBANOORIENTE MEDIOGEOPOLÍTICAECONOMÍA

José Manuel Cueto González

10/9/202418 min read

El Líbano, con una población de 5.353.930 habitantes, se encuentra inmerso en una profunda crisis económica, social y política. El país, peón de Irán en su guerra indirecta contra el estado de Israel a través de la milicia pro Iraní Hezbolá, se encuentra, si la diplomacia no lo remedia, abocado a una guerra total con Israel de dimensiones catastróficas tanto para su población como para toda la región.

Localización del Líbano en el mundo

Oriente Medio se encuentra inmerso en una escalada bélica que puede arrastrar a varios de los países de la zona a una guerra directa con Israel. Uno de estos países es el Líbano. El 7 de octubre de 2023 —hace ya un año— las milicias de Hamás atacaron por sorpresa el sur de Israel (Kibutz Beeri y el festival de música Nova), mataron a más de 1200 personas y secuestraron a 251. Tras esos hechos, el gobierno Israelí, con su primer ministro a la cabeza, Benjamín Netanyahu, prometió «demoler» a Hamás. Desde ese día se vienen produciendo una sucesión de acontecimientos que no hacen nada más que escalar la tensión en la zona, detallados, a continuación, en orden cronológico: invasión de la Franja de Gaza por parte de Israel en respuesta al ataque perpetrado por Hamás; lanzamiento de cohetes por parte de Hezbolá desde el sur del Líbano y de los Hutíes desde Yemen en apoyo a Hamás; ataque aéreo israelí al consulado de Irán en Damasco donde fallecieron varios militares iraníes, entre ellos, el general Mohamad Reza Zahedi; lanzamientos de docenas de drones de ataque y misiles balísticos desde Irán contra Israel en respuesta al ataque a su consulado en Siria; un ataque desde el Líbano contra la localidad de Majdal Shams, en los Altos del Golán, provocó la muerte de 12 niños drusos y, como respuesta, un dron israelí eliminó en Beirut al número dos de Hezbolá, Fuad Shurk; Israel eliminó al líder político de Hamás, Ismael Haniyeh, mediante un ataque en el corazón de Teherán; El Mossad detonó más de 3000 buscas y unos 500 walkie-talkies en poder de milicianos de Hezbolá en el Líbano, que dejaron más de 30 muertos y 3500 heridos, la gran mayoría milicianos de Hezbolá; Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron varios misiles sobre el cuartel general de Hezbolá, en el barrio de Danhiyeh en Beirut, donde falleció el líder de Hezbolá, Hasán Nasrala, y varios altos mandos del grupo chiita; Israel invade el Sur del Líbano; y, por último, Irán lanza un ataque con unos 200 misiles contra Israel.

Aunque los acontecimientos anteriormente mencionados se vienen librando en distintas zonas de Oriente Medio (Israel, Siria, Irán, Líbano, Yemen y Franja de Gaza) y están protagonizados por distintos actores (Hamás, Hizbulá, iraníes, hutíes, Israelís y palestinos) el tablero geopolítico traslada el conflicto bélico de la Franja de Gaza al territorio de la República de Líbano.

Geografía

El Líbano está situado en la costa oriental del Mediterráneo. Limita al norte y al este con Siria, al oeste con el Mar Mediterráneo (225 Km de costa) y al sur con Israel. El país tiene una longitud de aproximadamente 250 Km de largo y unos 50 Km de ancho y una superficie de 10.450 km2. Su relieve es bastante montañoso y puede dividirse en cuatro zonas: una franja costera bastante estrecha donde se asientan los principales núcleos de población (Beirut, Trípoli, Biblos, Sidón y Tiro), la Cordillera del Líbano (cuya altura máxima es el Qurnat as Sawda (3083 m), el valle de la Bekaa y la Cordillera del Antillano, que constituye el límite natural con Siria. Cuenta con un población de 5.353.930 habitantes, así como una gran cantidad de refugiados (450.000 palestinos y 1,5 millones de refugiados sirios). Su capital es Beirut con aproximadamente 2,4 millones de habitantes.

Geografía del Líbano

Historia

El Líbano, con una rica historia que se remonta a miles de años, ha sido cuna de civilizaciones como los fenicios, conocidos por su poderío marítimo y su influencia en el Mediterráneo. Con el tiempo, el territorio fue dominado por imperios como el asirio, el babilonio, el persa y, posteriormente, por Alejandro Magno, antes de caer bajo el dominio romano y otomano. Tras la Primera Guerra Mundial, el Líbano quedó bajo mandato francés hasta obtener su independencia en 1943. Sin embargo, su historia contemporánea ha estado marcada por una intensa diversidad religiosa y conflictos internos, destacando la guerra civil (1975-1990), cuyo desencadenante fue la llegada masiva de población palestina y el aumento de musulmanes lo que contribuyó a dividir al país, iniciándose un guerra entre grupos armados cristianos y milicias musulmanas. La intervención de actores externos como Siria, Irán e Israel, y la influencia de grupos como Hezbolá, ha continuado modelando su situación política y militar hasta la actualidad.

Conflicto Israel-Líbano

Aunque Israel y Líbano no tienen disputas directas en muchos frentes —los enfrentamientos han sido recurrentes desde la creación del Estado de Israel en 1948— el país ha sido históricamente un escenario de conflictos indirectos que involucran a actores externos como Irán, Siria y los palestinos, lo que ha perpetuado un ciclo de violencia y tensión en la región. Las tensiones geopolíticas, territoriales y religiosas han sido, a grandes rasgos, las causantes de dichos enfrentamientos.

Uno de los hechos más destacados en la reciente historia de la República de Líbano (en 1943 se constituyó como Estado) fue la guerra civil libanesa (1975-1990) provocada por la diversidad confesional y el reparto de poder entre las distintas comunidades religiosas (cristianos maronitas, cristianos ortodoxos, musulmanes suníes, musulmanes chiíes, drusos y refugiados palestinos). Esta contienda dejó más de 130.000 muertos y 800.000 desplazados y permitió la creciente influencia de grupos armados como Hezbolá, respaldado por Irán, que ha sido el principal actor en los últimos conflictos con Israel.

En paralelo al conflicto civil que vivió la población del Líbano son varios los enfrentamientos entre Israel y algunos de los actores involucrados en la guerra civil.

En 1978, como consecuencia del ataque de una célula de la OLP contra un autobús cerca de Tel Aviv, donde murieron 38 civiles israelíes, Israel lanzó la «Operación Litani» y ocupó parte del territorio libanés asentándose en una franja al sur del río del mismo nombre.

En el verano de 1982, Israel asedió y bombardeó Beirut en una operación militar que recibió el nombre de «Paz para Galilea». El motivo principal de la guerra de 1982 fue la eliminación de la amenaza que representaba la OLP para Israel, tras años de ataques desde el sur de Líbano. Sin embargo, los objetivos de Israel se ampliaron para intentar reconfigurar el panorama político del Líbano, apoyando a sus aliados cristianos. Aunque Israel logró expulsar a la OLP, el conflicto generó profundas consecuencias humanitarias, políticas y militares, tanto en el Líbano como en Israel. Una de esas consecuencias fue la creación, ese año, de Hezbolá.

En 1996, Israel emprendió la operación «Uvas de la Ira», que se prolongó por un periodo de 17 días y que supuso la reanudación de los ataques contra Beirut por primera vez desde 1982. El origen de este conflicto se debió principalmente a la escalada de hostilidades entre Hezbolá e Israel.

En mayo de 2000, ante el rápido avance de Hezbolá, el ejército israelí se retiró de los territorios ocupados en el sur del Líbano, tras años de ocupación. Aunque Israel esperaba que la retirada estabilizara la situación en la frontera, Hezbolá interpretó este hecho como una victoria y no detuvo su resistencia armada. La disputa territorial sobre las Granjas de Shebaa proporcionó a Hezbolá una justificación para continuar con sus ataques, lo que mantuvo la región en un estado de tensión continua. Este escenario marcó el preludio de futuros enfrentamientos.

En 2006, tuvo lugar el enfrentamiento más destacado, hace ahora 18 años, en la que fue conocida como «Segunda Guerra del Líbano». Una operación de Hezbolá con un ataque sorpresa a una patrulla israelí en la frontera tuvo como consecuencia el secuestro de dos soldados. En respuesta, Israel lanzó una ofensiva militar denominada «Operación Recompensa Justa» que desencadenó una guerra de 34 días. Durante ese conflicto, Israel lanzó una ofensiva aérea y terrestre sobre el Líbano, mientras Hezbolá respondió con ataques de cohetes que alcanzaron ciudades israelíes. Aunque se alcanzó un cese del fuego cruzado, las tensiones persisten debido a la presencia armada de Hezbolá en el sur del Líbano, y las fronteras entre ambos países siguen siendo un punto caliente en el escenario geopolítico de Oriente Medio. La posibilidad de una nueva confrontación siempre está latente, en un contexto marcado por la rivalidad entre las dos potencias de la zona, Irán e Israel, y siendo Hezbolá una organización proxy de Irán.

Recursos Naturales

El Líbano cuenta con recursos minerales muy limitados en comparación con otros países de la región, pero posee algunos depósitos de valor económico. Entre los minerales más importantes se encuentran la caliza y el mármol, utilizados principalmente en la construcción, así como arcilla, arena y yeso. La producción de cemento es una de las principales industrias vinculadas a estos recursos. Aunque el Líbano tiene reservas modestas de hierro, cobre y yeso, la explotación minera a gran escala no ha sido una prioridad económica debido a la falta de infraestructura y a la inestabilidad política del país. En los últimos años, el interés ha girado hacia el potencial de recursos energéticos en la costa del Mediterráneo, especialmente gas y petróleo, cuyo desarrollo podría transformar la economía libanesa en el futuro.

Pozo de extracción de gas

Economía

La economía del Líbano ha tenido una evolución marcada por grandes contrastes desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Durante las décadas de 1950 y 1960, el país era conocido como la «Suiza de Oriente Medio» por su estabilidad financiera y su posición como centro bancario y comercial en la región. Beirut era un importante hub para las finanzas internacionales y el comercio regional, impulsado por un sistema bancario flexible, bajos impuestos y una política de libre mercado. Este periodo dorado estuvo acompañado de un floreciente turismo, que convirtió Líbano en un destino clave en la región.

Sin embargo, la guerra civil que estalló en 1975 interrumpió este auge económico y sumió al país en una profunda crisis que duró 15 años. Durante este periodo, gran parte de la infraestructura del país fue destruida, la economía se contrajo significativamente y las instituciones financieras sufrieron daños irreparables. Aunque el Acuerdo de Taif en 1989 puso fin al conflicto y trajo consigo un periodo de reconstrucción económica, el Líbano nunca recuperó completamente el dinamismo de las décadas anteriores. El país dependió, en gran medida, de las inversiones extranjeras, especialmente de los países del Golfo, y de su sector bancario, que, aunque recuperado, era cada vez más vulnerable.

En la última década, la economía libanesa ha atravesado una de sus peores crisis debido a la inestabilidad política interna, la guerra en Siria, y la creciente influencia de actores no estatales como Hezbolá. La crisis financiera que comenzó en 2019, caracterizada por la hiperinflación y la pérdida masiva de valor de la libra libanesa (1 euro equivale a 98.731,3 libras libanesas), ha exacerbado la situación. A esto se suman la explosión en el puerto de Beirut en 2020 y la pandemia de COVID-19, que agravaron la recesión. Hoy en día, el Líbano se enfrenta a un colapso económico total, con altos niveles de deuda, una inflación galopante y un sector bancario colapsado mientras se ve arrastrado a una confrontación bélica con Israel de consecuencias devastadoras para su economía.

Los gráficos macroeconómicos que se muestran a continuación proporcionan una imagen clara y cuantificable de la situación actual del país, mostrando cómo han evolucionado los indicadores clave en los últimos años. Estos datos, recopilados a partir del Banco Mundial y el Ministerio de Finanzas de la República del Líbano, reflejan el impacto acumulado de la crisis financiera, la inestabilidad política y el contexto geopolítico adverso en el Líbano. Desde el desplome del PIB y el desempleo en aumento, hasta la hiperinflación y el alarmante déficit en la balanza comercial, los datos subrayan la magnitud del desafío económico al que enfrenta la nación, situándola al borde del colapso.

Datos macroeconómicos (Banco Mundial)

Producto Interno Bruto (PIB) del Líbano ha experimentado una fuerte contracción entre 2018 y 2023, pasando de 54,9 mil millones de dólares en 2018 a 17,94 mil millones en 2023. Esta caída refleja las graves consecuencias de la crisis financiera que comenzó en 2019, junto con el impacto de la devaluación de la moneda, la hiperinflación y la inestabilidad política. El colapso económico se ha acelerado por la destrucción de infraestructuras y la falta de inversiones, lo que ha hundido la capacidad productiva del país.

PIB per cápita sigue la misma tendencia descendente, cayendo de 8440 dólares en 2018 a 6330 dólares en 2023. Este dato refleja el empobrecimiento de la población, agravado por la inflación descontrolada y la pérdida del valor adquisitivo de la moneda local. La caída del PIB per cápita es un síntoma claro de la reducción del bienestar general y de la creciente desigualdad social.

Tasa de inflación en el Líbano ha alcanzado niveles extremadamente altos, llegando a valores  del 240 % anual en 2023. Aunque está en claro descenso, según valores del Banco Mundial, la hiperinflación ha devastado los ingresos de los ciudadanos, encareciendo los bienes de consumo y reduciendo la capacidad de importación del país. Esto refleja la desintegración del sistema financiero, donde la devaluación de la libra libanesa, que ha perdido más del 100 % de su valor frente al dólar estadounidense desde el 2019, ha erosionado la confianza y ha empujado a más personas hacia la pobreza.

Tasa de desempleo. El desempleo ha seguido una trayectoria desde el 2018 al alza hasta el 2020  y una  posterior bajada hasta el 2023. Pasando del 10,7 % en 2018 al 13,3 % en 2020 y descendiendo al 11,7 % en 2023 . La destrucción del tejido económico, sumada a la crisis política y social, ha impactado severamente el mercado laboral. La pérdida de empleos ha impulsado una emigración masiva, especialmente entre los jóvenes, lo que ha debilitado aún más las perspectivas de recuperación.

La alta tasa de interés, con valores del último año del 20 %, refleja la severa crisis económica del Líbano, con una inflación descontrolada y un colapso de la moneda. Si bien estas políticas monetarias intentan frenar la inflación, tienen un costo económico elevado, ya que restringen el acceso al crédito y dificultan cualquier tipo de recuperación económica.

La balanza comercial ha sido consistentemente deficitaria a lo largo de 2023, con valores que alcanzan los -1130 millones de dólares en el mes de enero. Este déficit es consecuencia directa de la debilidad del sector exportador libanés, afectado por la inestabilidad interna y la falta de competitividad en el mercado global, mientras que la dependencia de las importaciones sigue siendo muy  alta debido a la falta de producción local.

La deuda externa en el Líbano disminuyó a 40.419 millones de dólares en febrero de 2024 desde 41.614 millones de dólares en enero de 2023. La deuda externa en el Líbano promedió 1913,82 millones de dólares desde 1993 hasta 2023, alcanzando un máximo histórico de 41.614,00 millones de dólares en enero de 2023 y un mínimo histórico de 315,00 millones de dólares en julio de 1994 (Fuente: Ministerio de Finanzas, República del Líbano).  Este indicador refleja la incapacidad del país para acceder a financiación internacional, lo que ha llevado a una reestructuración forzosa y una moratoria en los pagos, lo que dificulta aún más cualquier posibilidad de reactivación económica.

El gasto militar en el Líbano aumentó a 241,30 millones de dólares en 2023 desde 218,70 millones de dólares en 2022. El gasto militar en el Líbano promedió 637,48 millones de dólares desde 1955 hasta 2023, alcanzando un máximo histórico de 2.775,60 millones de dólares en 2018 y un mínimo histórico de 12,50 millones de dólares en 1955 (Fuente: SIPRI). El gasto militar del Líbano ha estado profundamente influenciado por factores geopolíticos y económicos. La tendencia descendente desde 2018 se ha visto interrumpida por pequeños aumentos en los últimos años, lo que refleja un intento de equilibrar la seguridad nacional con una crisis económica interna devastadora.

Capacidad militar

La República del Líbano es un país con dos ejércitos con estructuras y objetivos bastante diferenciados. Por un lado, están las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) entidad estatal formal, subordinada al gobierno de Líbano y enfocada en la defensa territorial del país, con un enfoque en misiones convencionales. Las FAL operan con equipos relativamente antiguos y dependen en gran medida del apoyo militar extranjero, principalmente de EE.UU. y Francia, para mantenimiento y entrenamiento. Su organización es la de un ejército regular.

Las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) ocupan el puesto 118 de los 145 países considerados por el portal Global Firepower en 2024, en cuanto a potencia militar se refiere.  Así mismo, contó con un presupuesto de 241,3 millones de dólares estadounidenses en 2023 (Fuente: SIPRI), lo que las coloca a la cola mundial.  El ejército cuenta  con un contingente de 60.000 efectivos militares, complementado por 35.000 reservistas y 65.000 paramilitares, lo que les da una importante capacidad numérica. Sin embargo, su arsenal refleja ciertas limitaciones en comparación con un ejército como el de Israel, que posee armamento mucho más moderno y tecnificado, así como una logística más avanzada.

El Ejército del Líbano tiene a su disposición 81 aeronaves, 69 helicópteros, y 204 carros de combate, lo que les permite llevar a cabo operaciones aéreas y blindadas básicas. Además, cuentan con 30 lanzacohetes y una considerable dotación de artillería con 374 unidades, sumando una moderada capacidad de fuego indirecto. En términos navales, disponen de 69 activos, aunque estos son mucho más limitados en capacidad y tecnología en comparación con la flota israelí.

Por otro lado, Hezbolá  que significa «Partido de Dios» en árabe, es un partido político y milicia chií con un brazo militar independiente del control estatal, que cuenta con un importante apoyo de Irán.  Aunque está asentado dentro del Líbano, Hezbolá tiene una agenda más regional, con operaciones en Siria y una postura abiertamente hostil contra Israel. Su estructura es más flexible, y su armamento está orientado a tácticas de guerrilla, con énfasis en la movilidad, ataques sorpresa y el uso de armamento asimétrico como misiles, cohetes y túneles subterráneos. A diferencia del ejército libanés, Hezbolá está mucho mejor armado para enfrentarse directamente con Israel, sobre todo en términos de capacidad para combatir en el cuerpo a cuerpo, dada la cantidad de cohetes y misiles que atesora.

Hezbolá, según datos proporcionados por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, cuenta con una financiación de Irán de más de 700 millones de dólares anuales. Muy superior al presupuesto de defensa de las FAL. Desde su fundación en 1982 ha ido construyendo una fuerza militar considerable para una organización no estatal, con aproximadamente 30.000 combatientes activos y 20.000 reservistas. Su poder radica en su estrategia de guerra asimétrica, que incluye el uso de 150.000 cohetes y misiles, algunos de los cuales son capaces de llegar a grandes distancias dentro de Israel, representando una amenaza significativa para áreas civiles y militares.

El grupo chií también dispone de entre 100 y 200 lanzaderas móviles, lo que le permite una mayor flexibilidad en el despliegue de sus misiles. Su arsenal también incluye entre 200 y 300 drones utilizados para reconocimiento y ataques dirigidos. Además, Hezbolá cuenta con una fuerza notable de 500 a 1.000 unidades de defensa portátil, que incluye misiles antiaéreos y antitanque de origen ruso e iraní, siendo los misiles Kornet uno de sus activos más letales contra vehículos blindados israelíes. Aunque no existen cifras precisas dado el secretismo con el que tanto Hezbolá como Irán tratan estos datos, estos se han obtenido a través de los servicios de inteligencia Israelíes (Mossad), las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), instituciones como el International Institute for Strategic Studies (ISS) y el Center for Strategic and International Studies (CSIS).

Capacidad militar de Hezbolá

Capacidad militar del ejército del Líbano

Conclusiones

El Líbano es un país caracterizado por una gran complejidad social, auspiciada, en gran medida, por su diversidad religiosa. Aunque en el Líbano no existe una religión oficial,  el Estado reconoce oficialmente 18 confesiones religiosas: las cristianas (maronita, latina, greco-ortodoxa, greco-católica melquita, armenia ortodoxa, armenia católica, sirio-ortodoxa, sirio-católica, asiria, caldea, copta ortodoxa y protestante), las musulmanas (sunita, chiita, drusa, ismaelita y alauita) y la judía. Esta diversidad, aunque históricamente ha sido una riqueza cultural, también ha contribuido a la fragmentación política y social del país, afectando gravemente a su gobernabilidad y la capacidad para implementar políticas económicas alejadas de intereses propios y enfocadas a la prosperidad de la nación. Las rivalidades sectarias suelen traducirse en pugnas por el poder político y los recursos, lo que a menudo paraliza las instituciones y contribuye a penalizar la economía.

La distribución de las principales confesiones religiosas en diferentes regiones del país, como se refleja en el gráfico, muestra la concentración de chiíes en el sur y en el valle de Bekaa, suníes en el norte y cristianos en el Monte Líbano. Esta fragmentación geográfica también se refleja en la economía, con áreas controladas o influidas por diferentes grupos religiosos que compiten por el acceso a los recursos y los fondos estatales. En consecuencia, la falta de cohesión y un complejo sistema político donde el reparto del poder se hace por mitades entre cristianos y musulmanes (presidente maronita, primer ministro sunita y presidente del parlamento chiita) ha llevado a una gestión ineficiente de la economía, intensificando la corrupción, la falta de inversión y el colapso de los servicios públicos.

Porcentaje de las religiones mayoritarias en el Líbano

Así mismo, otro de los factores que influyen en la compleja situación económica del Líbano es la influencia de Hezbolá, una milicia chií a las ordenes de Irán que ejerce un poder significativo tanto militar como político dentro del país. Hezbolá lleva siendo un actor clave en la región con múltiples enfrentamientos con Israel, desde su fundación en 1982. En 1985 publicó un manifiesto en el que planteaba la destrucción total del estado de Israel como uno de sus objetivos. Sin embargo, su participación en el conflicto sirio y su papel en la política interna libanesa ha exacerbado la crisis económica. El gasto en armamento, la construcción de una infraestructura militar paralela y el uso de recursos para mantener su influencia dentro y fuera del país han desviado fondos que podrían haberse utilizado para reconstruir una economía devastada. Además, las tensiones constantes con Israel generan un entorno de incertidumbre que desalienta la inversión extranjera y el turismo, dos pilares tradicionales de la economía libanesa. A medida que se intensifican las tensiones con Israel, el riesgo de un conflicto a gran escala aumenta, lo que podría precipitar un colapso económico total, dada la fragilidad de las instituciones financieras libanesas y la falta de capacidad del Estado para responder eficazmente a una crisis prolongada.

Según Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008, «La gran lección de la historia es que cuando los países permiten que su economía se desmorone, las consecuencias para la sociedad y la estabilidad política son inmensas». Y este es el caso del país de los cedros. La sociedad libanesa está pagando un alto precio por la mala gestión de un gobierno débil, dependiente, en gran medida, de las transferencias de la diáspora, de la ayuda internacional y de la influencia de Hezbolá (financiada por Irán) e incapaz de liderar su recuperación económica.